Nunca pudo imaginar la vieja León, noble, austera, cuna de uno de los mas importantes reinos que mas tarde conformarian España, que una de sus hijas, la mas alegre y bella, se establecería en Nicaragüa. La Reina es fria, adusta y orgullosa, viste con colores monocromaticos y sus casas muestran el majestuoso abolengo de siglos de grandeza. La Princesa nicaraguense le salió, cálida, coqueta, aplicada, gusta vestirse con muchos colores, aunque conserva la majestad que heredó de su madre. Superficialmente, no parecen tener nada en común madre e hija, cuando las conoces mejor, descubres lo que las une y las hace inseparables -lo orgullosos que estan sus habitantes de vivir en una ciudad llamada LEON-.