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Cuando el sol 
acaricia el horizonte de tu cuerpo 
y la brisa se esconde 
a dormir en la penumbra de las dunas, 
poco antes de que lo oscuro 
te acune y te proteja, 
en el mágico intervalo de minutos 
en que el día se viste 
con el negro hondo de la noche, 
entonces, mi mar, entonces, 
me sobran las palabras 
y me hago de espuma y de salitre... 
Luis E. Prieto