Es algo que ocurre en muchas playas, aunque ya hay ayuntamientos que lo prohiben: el señor baja a las 8 o las 9 de la mañana y planta su hamaca y su sombrilla, convirtiendo una parcela de la primera línea de playa en tierra conquistada; luego se marcha a hasta que llega la hora de movilizar a toda la familia.
Yo soy muy radical con esta gente: aparezco a las 11 o las 12 y plantifico mis trastos entre ellos y el mar, con un descaro absoluto y haciendo evidente mi chulería.