Siempre me han parecido extrañamente interesantes esas pequeñas capillas que hay en los laterales de las iglesias y las catedrales.
Muchas guardan piezas artísticas antiguas, en general deterioradas y, las más de las veces, están bañadas por luces extrañas, misteriosas, siempre escasas. Quizá está hecho así para invitar al recogimiento, a la contemplación.