El otoño es una de las épocas del año más hermosas para hacer fotos porque la naturaleza aún conserva sus verdes y además nos regala una paleta de ocres, amarillos, marrones y rojizos tan extensa como grande es el número de especies.
Luego sólo hace falta imaginar tridimensionalmente el paisaje y buscar un buen ángulo. Yo, en este caso, lo que hice fue meterme por un sendero y atravesar el río para llegar a una cota dominante que me permitiera captar a la vez los chopos y la iglesia y con el sol de lado para que los amarillos fueran más luminosos y los objetos tuvieran volumen.