"La tierra que está debajo del oro encontrado en la superficie se llama 'talutium'. Además las montañas en España son áridas y estériles, no aptas para otra producción, se ven obligadas por el hombre a proporcionar este valioso producto. El oro extraído de los pozos lo llaman 'canalicium', por otros 'canaliense', y está junto con los cantos y arena de mármol y es diferente del que brilla en el grano de zafiro oriental y la piedra thebaica y otras piedras preciosas. Son partículas que lleva el mármol. Estos canales fluyen de las vetas a lo largo de las paredes de los pozos, de ahí el nombre 'canalicium'. Las galerías son apuntaladas con pilares de madera. La masa que se extrae es machacada, lavada, quemada, hecha tierra en polvo. Se da el nombre de 'scudem' y plata lo que sale del horno. Impurezas que rechaza el plato como en todos los metales, se llaman escoria. Esta escoria es de oro por lo que es machacada de nuevo y se calienta en crisoles de 'tasconium'. Esta tierra es de color blanco, similar a la arcilla (arcilla refractaria) y es la única sustancia capaz de resistir la acción de los fuelles y el fuego, y poner en ebullición el material. El tercer método supera la labor de gigantes. Con galerías llevadas a largas distancias en el hueco de la montaña a la luz de las lucernas (candiles de cerámica), cuyo término se utiliza para medir el trabajo y en varios meses que no ven la luz del día. Estas minas son llamadas a menudo 'arrugias', se agrietan de repente y el deslizamiento de las tierras entierran a los trabajadores. Si bien puede parecer menos imprudente recoger perlas y coral en las profundidades del mar, ¡hemos sido capaces de hacer la tierra más mortal que el agua! En consecuencia, se dejan muchas bóvedas de sustentación..."
PLINIO EL VIEJO (23-79 d.C.), "Historia natural", libro 33, cap. 21.