En la zona de Arganda (un pueblo cercano a Madrid, hay innumerables cigüeñas, y no es raro verlas reunirse para coger las corrientes cálidas y ascendentes de aire llamadas térmicas que, con un movimiento en espiral, las eleva hasta alturas increíbles.
Es una forma cómoda de elevarse para un ave que, por su gran tamaño, tiene ciertas dificultades para volar por su propio impulso. Eso no quiere decir que no sean grandes voladoras porque en sus emigraciones hasta Sudáfrica pueden llegar a recorrer hasta 13.000 kilómetros, si bien es cierto que muchas de ellas ya se han vuelto sedentarias.