Hay quien asegura que los jóvenes han cambiado el amor y la ternura por una sexualidad omnipresente, pero se equivocan.
Quizá las formas no sean las mismas, pero el amor sigue siendo el de siempre, con sus tontunas, con su entrega, con sus gestos, con su punto de irrealidad, con sus toneladas de ilusión.