No voy a negar que las palomas tienen una estampa bella y que son un buen motivo fotográfico, pero lo cierto es que en ciudades como Madrid se han convertido en plaga y ensucian y envenenan con sus excrementos las calles los bancos, los árboles, los espacios líquidos, las azoteas y tejados.
Sus excrementos, unos 12 kilos al año por paloma, se vuelven especialmente peligrosos cuando se secan, porque los hongos bacterias y virus que contiene quedan liberados en el aire que respiramos. Hablamos de las bacterias como la Chlamydophila psittaci y Campylobacter jejuni; a ello debemos añadir el hongo Histoplasma capsulatum y la bacteria Salmonella spp o el hongo Cryptococcus neoformans... Todos ellos responsables de graves enfermedades que afectan a distintas partes del organismo.