No ha sido la primera vez ni será la última. El sillón de papi es el bastión soñado por todos los gatos de mi casa. Lo habitual es que se lo quede el primero que llega y que cuando llego yo, y reclamo MI espacio, el que esté se haga el remolón y mire al infinito como diciendo: "estás tú listo".
Entonces tiro de autoridad policial y lo amenazo con sentarme encima y aplastarlo hasta que, desganado, salta al sofá.
Sí, hay días que me da pena y me siento en otro lado, que por lo hijos se hace lo que haga falta.
Hoy han hecho un ataque conjunto y los veo un tanto desafiantes.