Hace varios meses que no veo el mar, y noto que ya me duele, así que ayer se me ocurrió crearme mi propio mar de fantasía.
Me fui al chino, compré unas preciosas conchitas de color violáceo, busqué mi copa más grande, metí las conchas dentro y la llené de agua... Y ¡op!, milagro.
Espero que os produzca una sensación tan agradable como me produce a mí.