Es la paloma más grande y robusta de Europa y aunque es muy tímida y lo normal es que huya en cuanto te aproximas, esta que veis en la foto me ha dejado acercarme a una distancia muy ventajosa para mí. Lo cierto es que ya hace años que están emigrando a las grandes ciudades y empiezan a acostumbrarse a la presencia del hombre, llegando a constituir una auténtica plaga.
Suele pesar entre 300 y 615 gramos, y es la paloma con la cola y las alas más largas entre las de su especie. Su plumaje es de diversas tonalidades de gris un poco azulado y los adultos tienen manchas blancas a ambos lados del cuello; la cola es más oscura, casi negra.
Le gusta reunirse en grupos que, en ocasiones, pueden tener miles de ejemplares. Dedican el 95% de su tiempo en buscar comida, y el resto en descansar, acicalarse y vigilar.
Son aves monógamas, pero normalmente la pareja sólo dura lo que dura la temporada de reproducción. Ello no impide que haya casos en los que las parejas permanecen unidas hasta la muerte de una de ellas.
Las hembras sólo ponen dos huevos cada vez, aunque pueden criar dos veces al año entre marzo y septiembre. La hembra incuba los huevos puntualmente desde las cuatro de la tarde a las ocho de la mañana, hora en la que es relevada por el macho. La incubación dura 18 días y los pichones están en el nido tres o cuatro semanas, no siendo capaces de volar hasta pasado un mes.
Las torcaces comen picoteando y beben succionando el agua como si lo hicieran con una pajita. Su dieta habitual está compuesta por materia vegetal, semillas, granos de cereal, maíz, bellotas, frutas, bayas, hojas y piñones.
Sus depredadores naturales son el azor, el halcón común y el zorro, y en España también son alimento para el tejón, el búho real, el águila real ibérica, el águila perdicera y el milano negro.