¿Veis estos dos cachorros uno encima del otro, intentando escapar a través de la esquina de la habitación?
Son la imagen misma del miedo, un miedo que se refleja en sus miradas como un grito.
Llevo trabajando con ellos desde hace un par de semanas, tratando de romper esa barrera que hoy me impide acariciarlos. Paso mucho tiempo sentado a su lado, hablándoles suavemente, cantándoles incluso, dándoles golosinas que dejo en el suelo a su lado.
Y me pregunto, quién y por qué los ha maltratado hasta convertirlos en esas criaturas aterrorizadas.
A este país le falta mucho para convertirse en civilizado... ¡Que pena!