¿Os habéis preguntado alguna vez si las margaritas se enamoran?
Quizá de una abeja que recoge su polen dulcemente; quizá de esa avispilla de abdomen delgado que acaricia sus pétalos agradecida.
Dudo mucho que llegue a enamorarse del enorme moscón, al que sólo le interesa pasear frenéticamente exhibiendo musculatura.
Quizá sueña la flor con esa hormiga que le hace cosquillas en los estambres rebuscando en sus rincones más íntimos.
A las flores, en el fondo, les va la marcha... Estoy convencido.