Disfrutaba de la sombra y de la brisa durante uno de mis muchos paseos por el Parque de El Retiro cuando vi pasar a este cartero, con su camisa amarilla y su carrito de la correspondencia.
Mi primer pensamiento fue que, probablemente, había terminado su ronda y regresaba a la oficina postal atravesando los hermosos jardines.
Pero luego imaginé, más que pensé, que en realidad era el cartero de los árboles y los estanques, de las estatuas, los pavos reales y las ardillas, las palomas, los gorriones, las fuentes, los senderos y los prados. Un cartero de la naturaleza que lleva y trae mensajes imposibles llenos de verdor y de viento, de aguas cristalinas y rosas presumidas.