Trabajar con animales tiene un punto de impredecible y de fugaz que me encanta.
Cuando hice esta foto el pato aparentaba dormir plácidamente y yo me iba acercando con cautela; de pronto abrió un ojo y me quedé paralizado. Tenía un aspecto somnoliento y un cierto aire de reproche en la cara. Traté de molestar lo menos posible, le hice la foto y me retiré.