Exenta de santidad, sin huellas de quemaduras, sin rostros grabados por la radiación, esta sábana que cuelga de las paredes del Palacio de Velazquez no es más que una reflexión poética sobre la práctica escultórica.
El artista turinés Luciano Fabro pone aquí en práctica el llamado "Arte Povera" con obras sencillas, que oscilan entre la artesanía y la conciencia poética del mundo, impregnada de una crítica a la industrialización y a la sociedad de consumo.