Es evidente que esta ocupación de la calle no puede ser permanente, no tendría sentido, pero tiene un significado muy profundo porque es devolverle al pueblo lo que es del pueblo, aunque sea por unas horas y de forma simbólica.
Se trata de un nuevo paisaje en el que la cartelería no la ponen las grandes multinacionales comerciales sino las personas de la calle que, en su sencillez, expresan la pureza de sus pretensiones.