Según mi experiencia los jardineros son gente encantadora.
Esta mañana me los encontré muy afanados en el tronco semi hueco de un gran árbol del parque de El Retiro.
Según me explicaron hace veinte años era práctica habitual sellar estos huecos con espuma expandida, pero la experiencia había demostrado que el árbol estaba mejor con sus heridas al aire, y por eso estaban retirando todo el material de relleno; una tarea nada sencilla la de sanear todos los recovecos.
Lo que más me impresionó fue el cariño con el que hablaban del viejo árbol, como si fuera único, cuando en aquel recinto a miles de ellos de todas las edades.