La mirada de mi gata Kica intimida. Tiene una fuerza que, a pesar de los años que lleva en casa, me sigue superando, me sigue amedrentando, me sigue inquietando.
El caso es que Kica es encantadora, inteligente, cariñosa, tierna y dedicada. Me consta que esta enamorada de mi y lo demuestra a diario con miradas lánguidas, acompañadas de caricias con la patita en mi mejilla sobre un fondo de ronroneos inequívocos. Cuando le respondo con una caricia se retuerce de puro amor mientras entorna sus ojazos verdes, esos inescrutables ojos, ocultando su mirada aparentemente dura.
Creo que mi Kica es el equivalente de lo que conocemos en el mundo de los humanos como una mujer fatal.