Me estaba planteando cómo enfocar la conmemoración del nacimiento de Louis Daguerre, y encontré esta foto tomada el verano pasado en el nacimiento de un arrollo; allí donde las primeras aguas, cristalinas y frías, abren surco con fuerza anunciando lo que quizá se convierta en un gran río del que beberán miles de animales, con el que se regarán grandes extensiones de cultivo y junto al que vivirán millones de personas.
Tal como ha ocurrido con aquel modesto y borroso daguerrotipo, que sentó las bases para que otros hombres intuitivos y tenaces hicieran posible este maravilloso milagro que es la fotografía.