Esta es Manchega, una perrita de tamaño mediano que es la mismísima representación del miedo. Fijaos en los detalles: cuerpo encogido, lomo bajo, cabeza baja y ojos gachos, sin olvidar el rabo, que lleva escondido entre las patas traseras.
Cuando te acercas a un perro de estos pueden ocurrir dos cosas; que te ladre para advertirte de que no quiere que te aproximes [llegando incluso a poder morderte o a hacer amago de morderte si está muy asustado], o que se aleje o se quede paralizado, temblando, sin atreverse a mirarte fijo.
A un perro asustado hay que acercarse muy despacio, con movimientos suaves y lentos, hablándole también en un tono suave, con la mano extendida con la palma hacia arriba [nunca les toquéis la cabeza, simplemente dejad que os huela la mano]. No tratéis de cogerlos ni abrazarlos; eso es algo que puede llevar semanas. Si es posible acercaos en cuclillas para hacer que vuestro cuerpo parezca menos grande y le de menos miedo.