El circo romano fue construido en el siglo III antes de Jesucristo. Parece ser que se utilizó tanto para luchas entre gladiadores como para ejecución de cristianos. En este contexto cuando el cristianismo fue reconocido en tiempos del emperador Constantino, procedieron a enterrar bajo tierra el circo y no fue hasta el siglo XIX cuando se redescubrió. Gracias al enterramiento, se ha conservado en muy buen estado.