En los jardines del palacio de ensueño de Blenheim, en este delicioso templete dedicado a Ártemis (o Diana) y decorado con bajorrelieves y citas griegas del "Hipólito" de Eurípides, Winston Churchill se refugió con su futura esposa de un chaparrón súbito. Y allí le pidió matrimonio. Él mismo lo evocaba muchos años después con su flema política típicamente inglesa: "En Blenheim tomé dos decisiones muy importantes: nacer y casarme. Me siento satisfecho por cómo resolví ambos asuntos".