De los tres gatos que tengo en casa permanentemente, Kika es mi bomboncito, la pequeña, la que me va siguiendo por todas las habitaciones, la que me da las buenas noches y me despierta por la mañana, la que sale a recibirme cuando vuelvo de la calle... Ya tiene un año y pico pero sigue siendo mi bebé.
Ahora mismo la tengo tumbada en la mesa del ordenador abanicando el teclado con la cola.