En 1766, el rey Carlos III, viendo el estado de indefensión en que se encontraba un enclave militar tan importante, capital del departamento marítimo del Mediterráneo, manda edificar la última muralla de Cartagena.
Se encargaron las obras de esta muralla al ingeniero militar Mateo Vodopich quien, junto con el también ingeniero militar Sebastián Feringán, fueron los encargados de realizar varias obras militares en la ciudad que la convirtieron casi en inexpugnable.
La muralla de Carlos III rodeaba la totalidad del casco antiguo de la ciudad y contaba con tres monumentales puertas: las de Madrid (al final de la calle del Carmen), las de San José (en la calle San Diego) y las de Santa Catalina (o del Muelle).