El viento
Estamos remontando un barrilete
de palitos de tilo y pétalos de magnolia.
Tiene una extraña forma de colibrí y tiranosaurio.
Y está allí, queriéndose ir, sostenido por
el aletear molesto de las moscas
y amarrado al hilo que nace de la mano.
Pero está allí, como un eclipse fetal.
A veces ocultando un poco al sol que pretende
enceguecernos. Y a veces picoteando un panadero
o tragándose una baba del diablo
o simplemente saludando.
Y pensamos: qué bueno que haya un monstruo
allí arriba que pueda protegernos del adiós.
Y el adiós, más tarde lo sabremos,
mientras el sol ahora rodea el perfil del barrilete,
el adiós es Dios sin él mismo.
Y esa es la cara que debería tener al menos
el viento en esta tarde.
Gustavo Caso Rosendi