Muerto ya el inocente…
Vinieron los que le dieron muerte
Para celebrar sus hazaña y echar suerte
De sus vestidos…
Decían. Alaridos. Hablaban fuerte:
Logramos que lo apresaran, lo condenaran…
Otros decían, muy valientes:
Lo abofeteamos, le dimos con palos.
Otros dedican, le llenamos la cabeza
Con espinas…lo coronamos.
Otros decían: lo torturamos con látigos…
Otros: le golpeamos hasta el cansancio.
Otros decían: lo hicimos recorrer
Mucha distancia,
Cargando una madera muy pesada.
Nosotros: clavamos sus pies y manos.
Nosotros: lo crucificamos.
Nosotros: los sepultamos,
Lo enterramos y colocamos una roca en la entrada.
Todos… se alegraban, se gloriaban.
A pesar de tanto haberlo hecho…
El inocente resucitó al tercer día. Es un hecho.
Aunque, esos hombres no lo creían.
Campos de amor y sangre
Autor: Willan V. Castillo