A principios de siglo un empresario canario, viendo la riqueza pesquera de la zona, decide instalar una fábrica de salazón de pescado, creando una población para los trabajadores, pues era una gran idea al tener un puerto cercano al rico banco pesquero.
Al poco de comenzar el proyecto y construirse el muelle, los almacenes y el poblado, el creador sufrió un accidente en uno de los barcos, y a raíz de este suceso, todo fue en picado. Los pescadores poco a poco fueron abandonando la población, casi la totalidad de sus habitantes se trasladan a Caleta de Sebo y otros lugares de Lanzarote, hasta convertirse en un poblado casi abandonado.
Pero a mediados de los años 70, la mayoría de las propiedades de las casas y solares pasan a manos de una sociedad creando el núcleo turístico que es hoy en día, y que es habitado principalmente en verano.