"Comienzo a cantar a Palas Atenea, gloriosa diosa de
ojos azules, llena de sabiduría, de corazón inexorable,
virgen venerada, protectora de ciudades, valerosa.
Tritogenia, a quien el prudente Zeus engendró él sólo e
hizo nacer de su divina cabeza revestida con belicosas
armas resplandecientes de oro. El estupor se apoderó de
todos los inmortales cuando la vieron; delante de Zeus,
portador de la égida, saltó aquélla con ímpetu de la
inmortal cabeza, blandiendo una aguda jabalina.
Tembló el vasto Olimpo terriblemente bajo el brío de
la diosa de los ojos azules; alrededor, la tierra resonó de
forma pavorosa, el mar se agitó aborrascado por olas
encrespadas. De repente las aguas del mar se calmaron;
el glorioso hijo de Hiperión detuvo los veloces caballos
largo tiempo, hasta que la virgen Palas Atenea se hubo
quitado de sus inmortales hombros las divinas armas; se
regocijó el prudente Zeus.
¡Salve, hija de Zeus, portador de la égida! Yo me
acordaré de ti y de otro canto".
HIMNO HOMÉRICO A ATENEA