Es sabido que los pescadores son gente imaginativa, aunque el hecho de que se pasen horas mirando un corchito podría sugerir lo contrario. Lo cierto es que han ideado miles de argucias, de cebos, de aparejos y de sistemas para sentir la emoción primitiva de la pesca.
Pero lo de este hombre era de libro. Al principio no me lo podía creer: en vez de un corcho puso en el aparejo este enorme "globo". Al verlo pensé en que lo que conseguiría era asustar a los peces, pero cuando el "ingenioso" pescador se puso en acción comprobé que la cosa era mucho peor: el escaso peso del globo hacia prácticamente imposible lanzarlo; además, el movimiento de las olas y el viento devolvían inmediatamente el globo/boya a los pies de aquel hombre.
Después de hacer el ridículo un buen rato se rindió, recogió su equipo y se marchó... Yo habría hecho lo mismo si hubiera provocado una situación tan ridícula.