El monumento que sin duda alguna es mas conocido de la ciudad de Besalú, es su magnífico puente románico, construido como vía de comunicación entre la villa y la otra orilla del río Fluviá. A caballo entre las dos orillas, se aprovechó la inmejorable situación de unas grandes rocas situadas en el lecho del cauce, que sirvieron entonces y sirven aún hoy en día de cimiento para los 7 arcos de medio punto que conforman el puente. Compuesto de dos tramos que forman un ángulo oblicuo entre si, cuenta con un total de 145 metros de recorrido por un ancho que oscila alrededor de los 5 metros. Durante el reinado de Pedro IV, a mediados del siglo XIV, se construyeron las dos torres fortificadas, una en el vértice central del puente y otra en el extremo mas cercano a la ciudad, desde donde se mantenía una vigilancia constante del paso y se obligaba con un peaje a todo viajero o comerciante que circulaba por él. El puente fue utilizado al menos desde el siglo XI, aparece mencionado por primear vez en 1075 y la estructura básica puede datarse en esta época. Inundaciones, riadas y necesidades defensivas obligaron a reformarlo y modificarlo, en los años 1315, 1395 (torres de vigilancia), 1680 y en pleno s. XX, durante la guerra civil española fue parcialmente volado, fue en los años 60 cuando se reconstruyo totalmente, manteniendo fielmente la estructura y la estética original, utilizándose en gran medida material procedente de la también ruinosa colegiata de Santa María de Besalú.