Esta es una foto que me encanta. Se la tomé a un adolescente en uno de mis paseos por el Retiro.
El chico estaba haciéndose el atrevido y decidió que tenía que coger uno de los galápagos del estanque.
Pero cuando lo hizo ocurrió algo fantástico: cuando sintió al animalito entre sus manos se le cambió la cara y adoptó un gesto de ternura, de admiración y de sorpresa... Había contactado con la naturaleza... Fue fantástico.