El madroño es un precioso arbusto con hojas elípticas de un verde brillante por el haz y verde mate por el envés. Tiene flores pequeñas que abren en otoño, blancas tirando a rosáceas, en forma de graciosas campanitas que nacen en ramilletes colgantes.
Sus frutos, que en realidad son bayas, empiezan teniendo una tonalidad amarilla, que luego pasa a anaranjada, volviéndose roja cuando están maduras. Lo mejor de todo es que estos grados de madurez y con ello esos colores, coexisten en la planta, dándole un aspecto multicolor precioso. Por cierto, los frutos tardan casi un año en madurar, por eso la planta suele tener bayas y flores al mismo tiempo.
El madroño, por todas estas razones, es perfecto para decorar ajardines en todas las épocas del año.
Por si esto fuera poco, las bayas se usan en confitería para destilar licores y son comestibles, aunque no excesivamente ricas, pero tienen propiedades antiinflamatorias, antirreumáticas y diuréticas.
Estos de la foto los he sacado en el paseo de coches del Parque del Retiro.
Añadiré que el madroño es un arbusto muy típico en Madrid, por lo que aparece en el escudo de la capital, junto a la figura de una osa rampante que se apoya en él.