Por la noche las cosas son tan distintas: las distancias, las luces, los colores, los volúmenes, los tamaños...
La mente, confusa, cree ver monstruos en las sombras de los objetos más cotidianos y el alma se ve acosada por la inseguridad y la duda.
Menos mal que después de cada noche amanece un nuevo día que, con su luz, con su autenticidad, dispersa los demonios y nos permite sonreír pensando en los miedos gratuitos de la noche pasada.