Todos tenemos olores y sabores que nos conducen hasta vericuetos escondidos de nuestra memoria. A momentos de la infancia, de unas vacaciones, de una visita familiar.
Yo, cuando voy al campo, a algún pequeño pueblecito, y me llega el olor característico del humo de la lumbre de madera, me siento transportado a momentos felices. Es un olor gratificante, que me serena, que me devuelve el bienestar de la juventud.
Es justamente lo que sentí pocos momentos antes de hacer esta foto y fue justo esa sensación la que me sugirió hacerla.