En el modelo de Millon, se entienden la Normalidad y la Patología como conceptos relativos, como puntos representativos dentro de un continuo, no como categorías nominales discretas (Millon, 2002). No hay una línea divisoria tajante entre la personalidad normal y la personalidad patológica; ambas comparten los mismos principios y mecanismos de desarrollo. Las personalidades del mismo tipo, sean normales o patológicas, son esencialmente las mismas en cuanto a los rasgos básicos que las componen. La diferencia fundamental es que las PERSONALIDADES NORMALES son más flexibles cuando se adaptan a su entorno, mientras que las PERSONALIDADES CON TRASTORNOS muestran conductas mucho MÁS RÍGIDAS y muy POCO ADAPTATIVAS.
Así, se entiende por Personalidad Normal los estilos distintivos de adaptación que resultan eficaces en entornos normales. Los Trastornos de Personalidad son estilos de funcionamiento inadaptados, que pueden atribuirse a deficiencias, desequilibrios o conflictos en la capacidad para relacionarse con el medio habitual.
Esta concepción permite establecer unos criterios relacionados con la presencia de un patrón de personalidad con trastornos:
a) Escasa FLEXIBILIDAD ADAPTATIVA, que refleja tendencia consistente en relacionarse consigo mismo y enfrentarse a las demandas del ambiente mediante estrategias rígidas e inflexibles, que se aplican de forma siempre igual.
b) Tendencia a CREAR CÍRCULOS VICIOSOS, producto de esas ESTRATEGIAS RÍGIDAS E INFLEXIBLES, que hacen que el malestar de la persona persista y se intensifique.
c) INESTABILIDAD DE CARÁCTER, que se manifiesta en la fragilidad y ausencia de elasticidad de la persona ante situaciones que provocan estrés.
(Texto obtenido del artículo: Los trastornos de personalidad según el modelo de Millon: una propuesta integradora. Autoras: Violeta Cardenal, M.ª Pilar Sánchez y Margarita Ortiz-Tallo).