“Adiós, muchachos” es una llamada de atención y una despedida, es volver a incidir en la máscara que nos acompaña en los días de ángeles caídos para preguntarnos de nuevo, ¿para cuándo la felicidad del hombre? La respuesta es, a mi parecer, el ajuste de cuentas final, el ajuste del paso del tiempo. Sólo queda la poesía si es que todavía sabe sernos fiel, duda el poeta. Nos es fiel. No, Brotons, la poesía nunca será una prostituta de labios colorados. Está ahí, descúbrela en tu isla, también bonita, de Valdepeñas, en tus museos, en tus propios libros porque existe. POETA, PIENSA QUE EN ESTE POCO ROMÁNTICO SIGLO XXI HAY QUIEN NO TIENE ISLA, NI MUSEO, NI UN PLIEGO DE POESÍA DE CAFÉ Y AZUCARILLO PARA ENDULZARSE O PARA EXPRESAR CÓMO LA VIDA NOS APRIETA EN EL PECHO ENTRE ROSAS Y ADIOSES.
Hasta siempre.
Escrito por: Nieves Fernández (Brotons: Entre flores y adioses.