El Síndrome de Estocolmo doméstico viene determinado por una serie de cambios y adaptaciones que se dan a través de un proceso en el que se reconocen cuatro fases.
FASE DESENCADENANTE: En esta fase, los primeros malos tratos rompen el espacio de seguridad que debería ser la pareja, donde la mujer ha depositado su confianza y expectativas. Esto desencadenaría desorientación, pérdida de referentes, llegando incluso a la depresión.
FASE DE REORIENTACIÓN: En la denominada fase de reorientación, la mujer busca nuevos referentes pero sus redes sociales están ya muy mermadas, se encuentra sola, generalmente posee exclusivamente el apoyo de la familia (en el caso de que la tenga). Con su percepción de la realidad ya desvirtuada, se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva, llegando así a una fase de afrontamiento.
FASE DE AFRONTAMIENTO: En esta fase la mujer asume el modelo mental implantado por su compañero (marido), tratando de manejar la situación traumática.
FASE DE ADAPTACIÓN: En la última fase, de adaptación, la mujer –como mecanismo de defensa-- comienza a proyectar la culpa hacia otros, hacia el exterior, con lo que el Síndrome de Estocolmo doméstico se consolida a través de un proceso de identificación.
Esta explicación intenta describir un proceso e identificar sus causas para lograr el objetivo último de trabajar con mujeres maltratadas psicológicamente y conseguir que escapen del entorno enrarecido o intimidatorio en el que viven, pero también de esa cárcel en que se ha convertido a base del tiempo su propia mente.
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EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO DOMÉSTICO EN MUJERES MALTRATADAS.
Escrito por Andrés Montero.
Sociedad Española de Psicología de la Violencia
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