Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos.
Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) Profesor de física y científico alemán.
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El paso del tiempo es la semilla que plantamos en cada una de las etapas de nuestra vida: nos motiva, nos permite ser felices e infelices, dudar, temer, desconfiar y recuperar la fe perdida, nos hace entrar en crisis, nos hace odiar y amar, caernos mil veces y levantarnos milagrosamente con la fuerza suficiente para seguir hacia delante, porque lo difícil no es detenerlo sino aceptarlo como un potencial de realización personal y dejar de sentirlo como un enemigo poderoso para convertirlo en un aliado justo.
Los cambios son necesarios en el proceso de nuestra realización interna y en nuestro ser más profundo mora la capacidad de transmutarlos, el paso del tiempo nos conduce progresivamente a nuestro propósito de vida percibiéndonos cada vez más a nosotros mismos, y a medida que el tiempo pasa dejamos atrás una estela de aciertos y fallos que nos convierten en una amalgama de sensaciones provechosas.
Dejarse llevar por él resulta tan beneficioso como doloroso dependiendo de los retos a los que nos enfrentemos, pero aun sintiéndonos vencidos en algunos momentos es inevitable recorrer el camino transitado por obstáculos y regalos, risas y llantos, luz y oscuridad, principio y final porque en la dualidad hallamos nuestra autenticidad, introduciéndonos en un universo físico y mental donde cualquier cosa puede hacerse realidad.
(parte de un texto de Mª Felicidad López Vila - 2009)