Las primeras noticias que conservamos de este cenobio se remontan al año 878, en que era solo una humilde celda monástica.
Durante la primera mitad del s. X ya será una abadía independiente. En los s. XI y XII, el monasterio adoptará la que será su configuración principal, aunque seguirá siendo objeto de sucesivas reformas durante su dilatada historia, que acaba el 1835 en que es abandonado definitivamente, a causa de los repetidos saqueos y de la Desamortización.
El elemento más importante del monumento es la iglesia, obra capital y única en su tipo dentro del románico catalán. La nave central de la basílica, de claro regusto clásico, es de una riqueza decorativa y grandiosidad excepcionales. Los capiteles, de tipo califal, son de tradición corintia o con decoración de lacerías y están considerados entre las mejores piezas escultóricas del s. XI.
También son destacables la torre de defensa (s. X reformada el s. XIV) y el campanario (de fines del s. XI) así como los 2 claustros superpuestos y los restos de decoración pictórica mural.
El monasterio, recientemente restaurado, la iglesia de Santa Helena, los restos del poblado del mismo nombre y las ruinas del castillo de Verdera, forman un conjunto monumental extraordinario en una situación paisajística de primer orden con vistas al Cabo de Creus.