Se podría decir que llevo ya más de 30 años viajando y he podido vivir el proceso de ir a un pequeño pueblo de montaña y decir “que bien se vive, que tranquilidad, que paz…” a en la actualidad ir al mismo pueblo y que te digan “por favor aparque al final del pueblo, son 5 euros y después siga la cola”.
Vivo en una ciudad turística como es Girona en el que una celebración como “Temps de flors” se ha convertido en un infierno. Ha pasado de ser un evento para conocer mejor la ciudad a ser una semana para no acercarte al centro. Lo curioso es que este evento progresivamente en mi opinión ha perdido interés y calidad, pero cada vez viene más gente llueva o haga el tiempo que haga.
Este verano ya he vivido como “normal” que para ver los lagos de Covadonga haya que ir en autobús o que para hacer la ruta del Cares haya que aparcar a 2 km de donde se empieza a caminar.
Y ya no digamos los “circuitos de oro” del mundo como el Machu Pichu, el Taj Mahal en le India, La Torre Eiffel en París, Roma, Venecia…todo abarrotado ¡hasta hemos visto lo nunca visto, una foto de escaladores haciendo cola para subir al Everest!
¿Qué esta pasando? Nada que no sepamos. Vivimos el punto máximo de una línea de negocio como es el turismo ayudado por la “globalización”.
Como en cualquier negocio se empieza a producir un producto porque hay demanda, pero llega a un punto que para seguir subsistiendo se empieza a vender al que no lo demanda y como no le interesa se le baja el precio y casi se le obliga a viajar, se masifica. “El viajar por viajar”. Entonces es cuando te encuentras con la realidad del problema, estas en un sitio abarrotado haciendo cola y oyes: ¡pa que nos han traído aquí, que mierda! ¡Con lo bien que estaba en casa! ¡¡¡Eso pienso yo!!!!
¿Hay solución a este modelo turístico? Yo creo que no, solo una gran crisis mundial lo frenaría, un volver a la edad media. Si que hay algunos que luchan por el mal llamado “turismo de calidad”, o sea, gente con más poder adquisitivo, pero no se lucha por ni se ha planteado por el “turismo de interés”.
Os imagináis una campaña publicitaria:
“SI NO TE INTERESA NO VENGAS!”
Ahora quizás me he sentido un poco racista turísticamente hablando. Pero ya que hablamos en estos términos ¿Cuál seria la raza Aria del viajero? Yo creo que es el que se documenta antes de ir a un lugar para saber que se va a encontrar, el que va con la mente abierta por el mundo y que cuando viaja solo quiere aprender, su droga es la diversidad, lo diferente. Qué bueno sería que todos fuéramos así de racistas.
Como reflexión final solo quería comentar que la “globalización” ha actuado como un esteroide anabolizante para el viajero apasionado, nos ha permitido viajar mucho más, conocer todo a una velocidad vertiginosa hasta tal punto de...
¿Y ahora qué? ¿Qué hay por descubrir? ¿Dónde está la magia? Todo está lleno de gente ¿Dónde está lo diferente?
Algo queda de lo que había antes… pero hay que trabajárselo mucho más para encontrar-lo.