Angkor Wat, el templo de la cuidad, está dedicado al dios supremo en el hinduísmo, Visnú, y lo mandó construir el rey Suryavarman II en el siglo XII. Sería el templo principal de una ciudad de un millón de habitantes, la más grande del mundo hasta la revolución industrial, y el lugar dónde reposarían sus cenizas.
Su torre central representa al monte Meru, centro del universo para esta religión, y alrededor de su muralla exterior discurre un foso que forma un rectángulo de mil quinientos por mil trecientos metros de largo, atravesado por un majestuoso puente que comunica con una calzada de piedra que constituye el eje central del complejo.
El templo está construído en laterita, abundante en la región, recubierta de arenisca que deberán traer desde los Montes Kulen, lugar sagrado dónde nacen los dos ríos que nutren de agua a la gran llanura de Angkor, y sin usar argamasa o cemento. Aún así la unión entre los enormes bloques es perfecta.
A ambos lados hay edificaciones como las bibliotecas y después unos estanques desde los que se obtienen las vistas más típicas del conjunto.
Los muros de las galerías interiores del templo están esculpidos con increíbles bajorrelives muy bien conservados que narran diferentes historias de la mitología hinduísta, del Ramayana y del Mahabharata o escenas de las creencias jemeres y que originalmente estaban recubiertos de oro.
En la galería este se pueden observar escenas del "batido del mar de leche". En él dioses y demonios compiten por la inmortalidad tirando de una serpiente o naga enroscada en una montaña en cuyo centro se halla Visnú. Así hacen girar la montaña y "baten" el elixir de la vida, creando las "apsaras" o bailarinas. De esta manera se narra la creación del universo según la mitología hindú.
Se puede acceder al santuario por unas empinadas escaleras y subir a la torre central, desde donde hay una buena panorámica del conjunto. Además aquí las paredes están decoradas con bajorrelieves de bailarinas o "apsaras".
Angkor Wat nunca se abandonó. Siempre hubo algún culto y la gente continuó rezando en su recinto. Todavía hoy se pueden observan monjes budistas con sus llamativas túnicas color naranja en los alrededores.