El Preah Khan era casi una ciudad y albergaba un monasterio, una universidad... Ocupaba más de cincuenta hectáreas y estaba rodeado de fosos.
El templo de la espada sagrada del Rey está poco restaurado y la vegetación lo invade a la manera del Ta Prohm pero está mucho menos concurrido. Merece la pena tomárselo con tranquilidad y tratar de imaginar cómo era vivir allí en sus momentos de máximo apogeo.
Ahora las ceibas abrazan sus muros y las telarañas cubren sus dinteles. Es cómo hacer un viaje en el tiempo.