Fresca, el agua cae incesante rompiendo el cristal del abrevadero, dibujando en él círculos efímeros.
A su lado, la sombra del árbol, y la piedra que hace resonar los cascos de las caballerías.
Escenarios de otras épocas que nos hablan de tiempos sin máquinas, de mundos que ya han desaparecido.