Cuando veo una estatua en la misma postura un día y otro, un siglo y otro, me planteo si no estará cansada, si no querría hacer como esos "hombres estatua" que se mueven al oír caer la moneda o, simplemente, si no les gustaría sentarse un rato en el pedestal.
Pero claro, me lo tengo que callar para que no piense la gente que estoy un poquito loco; o lo que sería peor, que al oírme tuvieran un ataque de imaginación... ¡Quita quita!