Cuando yo era pequeño estas sillas eran muy frecuentes en las casas. Se llamaban mecedoras porque las usaban las madres cuando tenían que calmar a los bebés, lo que conseguían con el movimiento de vaivén.
También eran muy utilizadas y apreciadas por las personas mayores, que se balanceaban o se adormilaban con las oscilaciones de la mecedora. Todo un clásico.