Hace mucho que no veía una ardilla roja en por los jardines del Retiro. Y lo cierto es que me sorprendió porque me la encontré al darme la vuelta. Estaba quieta en el suelo sentada como si fuera un gato. Cuando quise echarme la cámara a la cara empezó una carrera vertiginosa... ¡Imposible, todas movidas!... Luego subió a un árbol con esa agilidad que sólo tienen las ardillas y se paró sobre una rama, apenas tres segundos... Click y salió escopetada hacia la copa.