Cada vez que miro esta imagen recuerdo que a veces es fácil hacer felices a unos niños. Era en Cuzco en la Plaza de Armas. Habiamos comido pero nos sobró bastante comida sin siquiera haberla tocado, y tengo por costumbre llevarme la comida de los restaurantes para poder dar a quien vea que lo necesita, antes de que se desperdicie, y más en un país como el mio. Así que eso hicimos, y ofrecimos unos buenos platos de comida a estos niños. Empezaron a comer ahí mismo. No dijeron nada, pero en sus miradas vi el agradecimiento y me sentí feliz.
Os aseguro que la gente pobre de estos paises no se ofienden si se les ofrece algo de comida, a veces uno quisiera dar más, yo lo he seguido haciendo en diversos sitios y siempre me han agradecido.